sábado, 2 de enero de 2016

FINCA SANTA MARTA FRANCES


HÔTEL RURAL FINCA SANTA MARTA

Doté de 30 hectares d'oliveraies et de vignobles, le Finca Santa Marta occupe un beau bâtiment en pierre, qui abritait autrefois une entreprise vinicole et une presse à olives, pour ensuite être transformé en hôtel rural plein de charme.


Le Finca Santa Marta se compose de 11 chambres élégamment restaurées et de 2 suites entourées de spacieux jardins avec piscine.



Il se situe à Trujillo, à mi-chemin entre Madrid et Lisbonne, dans la région préservée de l’Estrémadure. Les environs sont prisés par les ornithologues et les amoureux de la nature. Vous trouverez par ailleurs les villes médiévales de Merida, Guadalupe et Caceres ainsi que la réserve naturelle de Monfragüe à proximité.



sábado, 26 de septiembre de 2015

 
 HISTORIA DE TRUJILLO
 
Castillo de Trujillo
 
 La Historia de Trujillo es el resultado de generaciones, pueblos diversos,  sentimientos encontrados que a lo largo del tiempo han construido una realidad en un amplio territorio en el que esta ciudad se erigió como núcleo principal y centro rector.

La naturaleza de ese territorio  es fundamental para entender la elección de dicho enclave como asentamiento ya en tiempos prehistóricos. Los restos arqueológicos hablan de una ocupación temprana de esta zona. Puntas de flechas magdalenienses, perforadores, hachas pulimentadas y pinturas esquemáticas, algunas incluso en el propio berrocal, nos hablan de la presencia humana en épocas prehistóricas, aunque no supongan pruebas indiscutibles de la ocupación permanente de este núcleo. Las condiciones inmejorables que algunos enclaves cercanos ofrecen para la defensa debido al encajamiento de la red hidrográfica, hace que encontremos en zonas del cercano río Almonte y de algunos de sus afluentes una gran concentración de asentamientos denominados castros, situados en auténticas fortalezas naturales. El batolitito granítico de Trujillo, más abierto y romo, constituye sin embargo un otero privilegiado cuando se trata de dominar un territorio de mayor amplitud. Además de abundante material de construcción, atesora una importante cantidad de agua que hace posible el establecimiento de población y en sus vaguadas, junto a los manantíos, la vivacidad de las plantas herbáceas resulta clave para el aprovisionamiento del ganado.


Palacio Juan Pizarro de Orellana
PALACIO JUAN PIZARRO DE ORELLANA
 
Quizás sea durante la ocupación romana cuando Trujillo prevalece sobre otros asentamientos de su entorno, desconociendo su función dentro de la estructura militar y administrativa de la provincia lusitana en la que se enmarca. Algunos estudios sitúan a Trujillo dentro de la colonia Emerita como praefectura, y aparece, con el nombre de Turgalium o Turcalion, en la calzada que une Emerita con Caesaraugusta. Son numerosos los restos romanos presentes en el entorno trujillano y en los núcleos cercanos (Villamesías, Santa Cruz, Herguijuela...) que conformarán su territorio, lo que nos indicaría un grado de poblamiento que tendrá su continuidad en época visigoda y en los siglos posteriores.

A partir de la ocupación musulmana, el carácter defensivo de Trujillo se hace más patente. En época califal se construye una gran parte de la fortaleza, los aljibes que en su interior y en la ciudad intramuros encontramos hoy, y quizás también una parte importante de su muralla.  



Junto a los restos arqueológicos, las fuentes árabes nos hablan también de esta pervivencia del núcleo trujillano y de las características defensivas que hacen de él un enclave a tener en cuenta en el dominio de la penillanura. Perteneciente a la cora de Mérida, la medina Turyila (en otros momentos Taryalah o Turyaluh) es calificada por al-Himyari, recogiendo fuentes anteriores, como inexpugnable, con murallas y mercados activos. También sus habitantes parecen tener en la actividad militar contra los territorios cristianos una de sus orientaciones principales. El geógrafo al-Idrisi, al referirse a Trujillo, nos dice que «esta última villa es grande y parece una fortaleza. Sus muros están sólidamente construidos y hay bazares bien provistos. Sus habitantes, tanto jinetes como infantes, hacen continuas incursiones en el país de los cristianos. Ordinariamente viven del merodeo y se valen de ardides».  

Iglesia de Santa María la Mayor
IGLESIA DE SANTA MARIA LA MAYOR
Su control, junto con el de otras fortalezas cercanas, será considerado esencial a medida que la frontera se acerque al Tajo, y así, Trujillo pasará a poder cristiano y musulmán en diversos momentos (tomada por Gerardo Sempavor en 1165, dominada por Fernando Rodríguez de Castro hasta la incorporación a Castilla, por Alfonso VIII, en 1185, y recuperada por los almohades en 1196). Reconquistadas por Alfonso IX de León las villas de Cáceres, Montánchez, Mérida y Badajoz, permanece en poder musulmán una franja en la mitad de la Extremadura actual, franja en la que se sitúa Trujillo y la tierra que posteriormente le sería concedida.

El paso definitivo a poder cristiano tiene lugar en 1232, con la confluencia ante los muros trujillanos de tropas de las órdenes Militares de Alcántara, Santiago, el Temple y Hospitalarios, a los que se sumó el obispo de Plasencia, que reafirma con su presencia sus derechos a una ciudad englobada en la diócesis placentina según su Bula de creación (1189), con amplios territorios y, por tanto, con importantes ingresos para las arcas obispales.

Tras el definitivo paso a poder cristiano, se define el territorio concedido a Trujillo y sobre el que ejercerá su señorío. Un amplio alfoz delimitado al norte y noroeste por el río Almonte, al sur por el Guadiana y el Gargáligas, mientras que por el este, el río Tamuja marca los límites con las tierras cacereñas. Plasencia, Cáceres, las Órdenes militares de Santiago y Alcántara, Medellín y las tierras de Toledo y Talavera conforman las jurisdicciones vecinas de Trujillo, con las que pronto establecerá cartas de vecindad o amojonamiento de límites.

Sobre este enorme territorio, que incluye un importante número de núcleos más o menos poblados, Trujillo va a ejercer un señorío jurisdiccional en ocasiones férreo y siempre favorecedor para la propia ciudad y sus habitantes, frente a los intereses del término y sus pobladores. En 1485, veintidós son las aldeas dependientes de Trujillo, a las que hay que sumar algunos núcleos menores. De su tierra se habían desgajado ya parte de los términos concedidos al Monasterio de Guadalupe y las villas de Cabañas, Orellana la Vieja y Orellana de la Sierra. 

El reparto de tierras sigue a la ocupación del territorio y configura la consiguiente estructura de la propiedad, que no sufrirá importantes cambios en los siglos siguientes. Surge así un grupo de grandes propietarios que, habiendo participado o no en la toma de Trujillo, serán los principales beneficiarios de concesiones territoriales en el término, al mismo tiempo que se configura y consolida un importante patrimonio territorial del propio concejo, constituido por tierras comunales y de propios, tierras esenciales para las economías campesinas de los habitantes del término y de la propia ciudad y fuente esencial de los ingresos concejiles.

El arrendamiento de las dehesas de propios, las llamadas "caballerías", suponen la base esencial de las rentas del concejo, empleadas en obras públicas, mantenimiento de la infraestructura administrativa del concejo y servicios asistenciales a los habitantes de Trujillo. Con ellas se cubren los salarios de aquellos oficios necesarios en la ciudad o se subvencionan determinados productos de consumo esencial con precios asequibles. La ciudad se encuentra así dotada de unos servicios que le confieren una entidad que en otros concejos ha de ser costeada por sus habitantes.
 
Por ello Trujillo crece y desborda el recinto amurallado ya desde el siglo XIV. El crecimiento del arrabal en torno a la iglesia de San Martín marca el principio de un basculamiento del peso económico e institucional desde la villa amurallada a la plaza llamada entonces del arrabal, en la que, al menos desde 1418, se sitúan ya las casas del concejo.

Los ricos ingresos de la hacienda concejil permiten reparar los muros, mantener las fuentes, aljibes y alberca, adornar con ricas puertas los cuatro principales accesos al recinto amurallado (las puertas de Santiago, Santa Cruz -hoy San Andrés-, Fernán Ruiz -hoy del Triunfo- y San Juan, que junto a las de Coria y Alba permitían el acceso a la villa), empedrar las calles, ayudar en la construcción de los conventos y monasterios que aparecen en la ciudad, pagar los festejos que a lo largo del año o con motivos especiales alegran la vida de los trujillanos y acudir en ayuda de la Corona cada vez que reclame el apoyo de Trujillo.

Porque desde 1232, Trujillo pasa a depender directamente de la Corona como concejo de realengo, situación que asegura la concesión a la entonces villa del Fuero Real por Alfonso X. Villa de realengo primero y ciudad de la Corona después, a partir de la concesión en 1430 de este título por parte de Juan II y que permanecerá como posesión de la Corona a pesar de algunos intentos de señorialización (concesión a Álvaro de Zúñiga en 1469 y a Juan Pacheco en 1474).

Museo de la Coria
MUSEO DE LA CORIA
Una villa y ciudad cuyo gobierno aparece controlado desde su reconquista por unos grupos que suman este poder político al económico como grandes propietarios de tierras y ganados. Las familias que componen esta oligarquía aparecen organizadas en torno a tres linajes en los que se integran por razones de parentesco, clientelismo o simple tradición: Altamirano (donde se integran, entre otros, los Orellana -señores de Orellana la Vieja-, Chaves, Hinojosa, Calderón, Paredes, Gironda, Monroy o Sotomayor), Bejarano (con apellidos como Orellana -señores de Orellana de la sierra-, Vargas, Carvajal o Loaysa) y Añasco (con Tapia, Escobar, Pizarro o Corajo). En sus manos está el gobierno del concejo cuyos cargos se renuevan cada dos años el día de San Andrés, correspondiendo la mitad de los cargos concejiles a familias Altamirano, la cuarta parte a los Bejarano y la cuarta parte a los Añasco. Esta división en linajes suponía una división vertical que acaba organizando la totalidad de la sociedad medieval de Trujillo, integrando en ella a los miembros de las dos minorías religiosas presentes en la ciudad, judíos y moros, y tejiendo una complicada red de relaciones que se ponen de manifiesto en aquellos momentos críticos en que es necesario tomar partido -como sucede durante la guerra civil que enfrenta a los partidarios de Juana la Beltraneja e Isabel- o cuando se reclama la solidaridad de todo el linaje por enfrentamientos personales.
 
Pero en la vida diaria de la mayor parte de los habitantes de la ciudad, el trabajo es la ocupación fundamental y con él hacen de Trujillo un núcleo en ebullición en el que el mercado franco de los jueves (concedido por Enrique IV en 1465) se convierte en el centro económico del núcleo y de su entorno, tradición mantenida en el tiempo hasta nuestros días. 

La entrada en el periodo moderno supuso para Trujillo un tiempo brillante de dinamismo y prosperidad. Durante la primera mitad del siglo XVI y gran parte de la segunda, la población aumentó considerablemente, incidiendo aún más en el aspecto urbano de la ciudad. Las fuentes señalan algo más de 5.000 habitantes durante los primeros años de la centuria, cifra que irá en aumento a medida que avance el siglo. Y todo ello sucedía mientras se ampliaba el horizonte y un nuevo Mundo se abría ante los europeos. América se presentará ante los trujillanos como una tierra de promisión, un destino tentador hacia donde dirigir sus pasos a través de un océano que más que separar, unirá.

La historia de la exploración, de la conquista y la colonización de América estará unida para siempre al nombre de esta ciudad. Los trujillanos participaron en los episodios más sobresalientes y decisivos del descubrimiento y conquista del nuevo continente, proporcionando un importante número de líderes durante los primeros años de contacto. Originarios de Trujillo como Francisco Pizarro, Francisco de Orellana, Alonso de Hinojosa, Diego García de Paredes, Gaspar de Carvajal, Francisco y Gonzalo de las Casas, junto a otros apellidos como Chaves, Monroy, Altamirano o Calderón, salpican una y otra vez las páginas de la historia de América. Exploradores y conquistadores trujillanos, "devoradores de distancias", recorrerán los vastos territorios americanos y pondrán su espada al servicio de la Corona con el deseo de ganar honra, conseguir hacienda y dejar fama. Junto a ellos, hombres, mujeres y niños, familias enteras trujillanas, decidieron emprender la aventura de la emigración iniciando una nueva vida lejos de esta tierra en otra mucho más vasta que les ofrecía numerosas oportunidades.

Y si el nombre de Trujillo quedó impreso para siempre en la nueva toponimia americana, era también natural que América produjera en Trujillo un impacto más directo, visible e inmediato que en cualquier otro núcleo extremeño. El flujo de nuevas riquezas llegadas a Trujillo se dejó sentir en el urbanismo al financiar la edificación de enormes palacios y casas solariegas, posibilitando la construcción de capillas y hospitales. Las fortunas que los indianos trajeron fueron también invertidas en tierras y les permitió la compra de cargos concejiles así como poder convertirse en señores al comprar algunos de los lugares puestos a la venta por la Corona.

A diferencia de los Reyes Católicos y de los anteriores monarcas, tanto Carlos I como Felipe II cambian las mercedes por las ventas y Trujillo asiste a la pérdida de una parte de su amplísimo alfoz a raíz de los problemas hacendísticos de la Corona. En 1538, Cañamero y Berzocana compran su independencia a través de cartas de villazgo, ejemplo seguido en 1564 por el lugar de Garciaz. Unos años antes, a través del obispo placentino, Gutierre de Vargas y Carvajal, vecinos notables de Trujillo, entre los que se encontraba algún regidor del concejo y reputados “peruleros”, adquirían de la Corona un considerable lote de lugares de la jurisdicción trujillana.

Esta gran operación desamortizadora, que arrebata a Trujillo algunas de las aldeas más importantes de su tierra, tendría su continuación en el siglo XVII, con la enajenación de otros siete lugares. Frente a ello, fue inútil que Trujillo se movilizara con las únicas armas de que disponía: la diplomacia y el dinero. Ni una ni otra sirvieron y los cuantiosos gastos realizados por la ciudad para salvaguardar su patrimonio se unirán a las continuas exigencias que desde la Corona se efectúan a Trujillo para contribuir a los gastos de las interminables guerras en las que se ve inmerso el reino.

Las dificultades económicas de la Corona fueron también la causa directa de algunos importantes cambios experimentados en el cabildo municipal. Desde 1543, los cargos concejiles fueron puestos a la venta y pasaron a ser detentados en propiedad. Las regidurías se convierten en vitalicias e incluso se transmiten de padres a hijos. Los tres principales linajes que habían controlado el cabildo habrán de aceptar la entrada de "intrusos" en el gobierno municipal.

Los siglos siguientes supusieron para Trujillo el comienzo de una larga crisis urbana y económica. Su población desciende y su hacienda se ahoga ante los gastos que supuso la defensa de su patrimonio territorial, las guerras con Portugal (1640-1668) y los enormes esfuerzos que se exigieron de la ciudad y su territorio en hombres y dinero. Esta tierra fue lugar de aprovisionamiento y paso obligado de hombres y pertrechos militares, especialmente por su localización sobre el camino real que conducía a la plaza de armas más importante de la raya: Badajoz. Luego, la guerra en Cataluña y contra Francia traerán nuevas exigencias, a las que Trujillo responde enajenando parte de su importante patrimonio. 

La compra del voto en Cortes en 1653 (compartido con otras ciudades extremeñas) tampoco solucionó los problemas de una tierra que vio inaugurar el siglo XVIII con una nueva guerra, la de Sucesión al trono español. De nuevo Trujillo se convertía en paso obligado de soldados, tropas y pertrechos militares, ocasionando más ruina y desolación. Quienes pasaron por la ciudad en la centuria del XVIII nos hablan de calles semidesiertas, casas caídas y ruina de muchos de sus edificios. 
 
A comienzos del siglo XIX, cuando en el horizonte comenzaba a atisbarse el conflicto que trastocaría la vida de los españoles, Trujillo se erigía en cabecera de un amplio territorio en el que se entremezclaban diferentes entidades administrativas, tanto de índole civil como militar. De los ocho Partidos que configuraban la Provincia de Extremadura, la ciudad de Trujillo se erigía en cabecera del Partido de Trujillo, la nueva unidad político-administrativa surgida en el siglo XVIII como consecuencia de las reformas acometidas en España por la dinastía borbónica. 

Durante la Guerra de Independencia, Trujillo es el ejemplo de un municipio invadido, arrasado y destruido varias veces por unos enemigos que lo ocuparon durante más de once meses a lo largo de toda la guerra. En muchas zonas de la ciudad no quedó piedra sobre piedra, y el proceso de reconstrucción se alargaría a  lo largo del XIX, aunque algunas de sus heridas persistirían hasta bien entrado el siglo XX.

Trujillo vivirá los siglos XIX y XX intensamente. Los procesos desamortizadores y los diversos cambios políticos que jalonan el siglo XIX marcarán la aparición de nuevos grupos económicos que, desde el corazón de la ciudad o llegados de otras zonas del país, conformarán una sociedad en parte diferente a la de siglos anteriores. Son siglos que nos hablan de la capacidad de sus habitantes y regidores y del papel que Trujillo tendrá en el contexto regional.

Lentamente, Trujillo se irá configurando como un amplio centro comarcal, si bien perdiendo importancia frente a otras poblaciones que consiguen un mayor peso institucional y político tras la configuración de la estructura provincial de 1833 y la instalación del ferrocarril en un recorrido que dejaba a Trujillo al margen de los nuevos ejes de comunicaciones. Pese a ello, Trujillo luchará por conseguir dotarse de los servicios de una ciudad moderna (traída de agua en 1899) o instalaciones que reforzaran su importancia institucional (instalación en Trujillo de uno de los cuatro Colegios Preparatorios Militares creados en 1888 para el ingreso en las academias militares). 

A lo largo del siglo XX, Trujillo terminará por conformarse como un gran centro comarcal de servicios y con una orientación claramente agraria y ganadera. Al igual que el resto de la región, los procesos migratorios de los años 60 tendrán también su reflejo en una ciudad que pasará de tener 12.610 habitantes en 1940 a 9.445 en 1981. 

Con la recuperación de la democracia y el desarrollo del Estado Autonómico, Trujillo ha encontrado nuevos referentes en un mapa regional cambiante en cuanto a centros de decisión y en un mapa económico regional y local igualmente redefinido.

El viejo camino real entre Madrid y Badajoz es hoy autovía, reubicando a Trujillo y acercándolo a los grandes núcleos de población nacional y regional. Su riqueza patrimonial se refuerza como activo turístico y el sector servicios gana una presencia significativa.
 
TEXTO TOMADO DE:

jueves, 20 de noviembre de 2014

Elaboración del aceite de oliva

En el proceso de obtención y elaboración del aceite de oliva se distinguen diversas fases.

La primera de ellas es la recepción, limpieza y almacenamiento. Una vez recolectada la oliva llega a la almazara donde deberá limpiarse de hojas, los rabitos y barro, si es que tienen. Más tarde hay que preparar la pasta. Esta operación consta de la molienda y el batido. La molienda tiene como objetivo romper las células donde está contenido el aceite, mientras que el batido pretende formar una base oleosa continua, apta para ser separada. La obtención del aceite de oliva virgen se lleva a cabo por dos métodos básicamente, presión o centrifugación.

La pasta procedente de las aceitunas se bate y se reparte en capachos para someterla a presión en prensas hidráulicas o bien la pasta se centrifuga obteniendo tres fases (aceite, alpechín y orujo).
El proceso de recoger, moler, batir, separar el aceite, decantar y conservar ha sido el mismo durante siglos. Lo único que ha cambiado y evolucionado son las herramientas:
Los griegos utilizaban prensas de madera y los romanos prensas de piedra en forma de cono movidas por caballerías

Durante la Edad Media se empezaron a utilizar las ruedas de molino. Cientos de años más tarde llegaron las máquinas de vapor y con ellas, uno de los inventos más importantes para la elaboración del aceite, el molino de Pfeiffer: una piedra circular donde se echaba la aceituna y sobre la cual giraban cuatro rodillos en forma de conos machacando y moliendo la aceituna.
Ese mismo molino, pero funcionando con energía eléctrica, el lo que se utiliza hoy en día en la mayoría de almazaras.
El alpechín es el agua de vegetación que contenía la aceituna. Se separa del aceite por decantación o centrifugación.(ver más)
El orujo es la parte sólida, y está formada por huesos, pieles y pulpa de aceituna.
No obstante, existe otro sistema en el que los residuos sólidos y líquidos de la molienda salen juntos, formando una pasta que se ha venido en llamar Alperujo. En este sistema de dos fases, el residuo es mucho más difícil de gestionar, porque tiene un 75% de agua y para deshidratarlo hay que aplicarle temperaturas muy altas, del orden de los 1.200 º C. Por el contrario, es un proceso de obtención de aceite que utiliza mucha menos agua que el de tres fases.

Recolección

Un olivo empieza a producir aceitunas entre los 5 y 10 años de edad, alcanzando la madurez hacia los 20 años. A partir de los 100 o 150 años, su producción empieza a declinar. La edad del árbol influye solo sobre la cantidad producida, no sobre la calidad.
La aceituna florece en primavera y el fruto comienza a formarse para ir madurando, pasando del color verde al negro, desde el verano hasta el final de otoño/principios de invierno en que tiene lugar la recogida.
Olivos de la Finca
El color de la aceituna no está ligado a la variedad, sino a su etapa de maduración. Las aceitunas son verdes al principio, volviéndose negras al madurar.
Para obtener un aceite de calidad, es fundamental recolectar la aceituna en el momento óptimo de maduración, cuando la mayoría está cambiando de color (envero), apenas quedan aceitunas verdes y algunas están completamente maduras. Para producir 1 litro de aceite de oliva son necesarios entre 4 y 5 kg. de aceitunas.
La recogida de la aceituna puede realizarse a mano, conocido como "ordeño", mediante "vareo", esto es, golpeando el árbol con varas largas y flexibles para que las aceitunas vayan cayendo sobre las lonas preparadas al pie de los árboles o por medios mecánicos de vibración.
El método ideal de recolección es el ordeño, a mano o con rasquetas. Lo más importante es no dañar la aceituna y transportarla lo antes posible a la almazara, para que el fruto no se deteriore. (Ver más)

Transporte a la almazara

Molino en el comedor
Las aceitunas recolectadas se transportan a la almazara o molino de aceite para su molienda. Es importante que aquellas que se recogen del suelo, que deben transportarse de forma separada, con ayuda de redes estén lo más exentas posible de piedras, tierra e impurezas para evitar roturas de la piel durante el transporte que originan el comienzo de las fermentaciones.
Al llegar a la almazara, se debe evitar amontonar las aceitunas en altura para evitar el calentamiento y las fermentaciones. Para obtener un aceite de calidad, la aceituna debe procesarse en las 24 h siguientes a su recogida

Lavado

En las almazaras las aceitunas se limpian y se lavan, clasificándolas por calidades o variedades para obtener los mejores aceites. Las aceitunas en la línea transportadora cruzan una zona de ventilación que por corriente de aire separan las hojas que les acompañan. Se lavan con agua corriente después de seleccionarlas por calidad.

Molturación

La molienda consiste en la trituración del fruto, sin deshuesado previo, hasta formar una pasta que se somete a batido, añadiéndole agua si fuera necesario. Se realiza con trituradores de martillo o muelas de piedra, que rompen los tejidos vegetales y liberan el aceite, formando una pasta homogénea.
La aceituna se debe molturar el mismo día de su recolección, ya que al ser un fruto con agua vegetal que fermenta y aceite que se oxida, el tiempo de almacenamiento deteriora notablemente la calidad del producto final.

Prensado

Esta pasta se somete a una presión en frío para sacar el aceite y el agua vegetal. El mejor aceite se extrae de la pasta en la primera prensada en frío. Existen diversos modos, aunque en todos es esencial que la temperatura no exceda de 35ºC.
Prensa al fondo en el comedor

Obtención del aceite

Sistema tradicional o por presión

Son las plantas clásicas mantenidas a lo largo de los siglos. La pasta molida se coloca entre capachos y se somete a presión para expulsar el mosto oleoso o mezcla de aceite y agua, que posteriormente se deja decantar para obtener, por diferencia de densidad, el aceite flotante.

Para separar el agua del aceite, los restos de agua vegetal se separan del aceite por decantación natural o mediante centrifugadoras verticales para evitar la alteración de las cualidades del aceite.

Sistema continuo o por centrifugación

Plantas continuas de 3 fases
La pasta batida de aceitunas se fluidifica añadiéndole 1 litro de agua por cada kilogramo de pasta y pasa a una centrifugadora horizontal donde se separa el sólido del mosto oleoso. El mosto pasa entonces por una centrifugadora vertical donde se separa el aceite de oliva del agua de vegetación del fruto.
Plantas continuas de 2 fases
Proceso prácticamente igual al anterior con la diferencia de que en lugar de añadir agua para la centrifugación horizontal, se recicla el agua de vegetación.
El sistema continuo, cada vez más extendido, presenta las siguientes ventajas frente al sistema tradicional:
  • Alta capacidad de producción, lo que evita el stock de aceitunas aumentando la calidad del aceite.
  • Mejora en el rendimiento, limpieza e higiene.
  • En las plantas de 2 fases, el reciclaje del agua de vegetación proporciona una mayor cantidad de polifenoles en el aceite, protectores naturales contra la oxidación.

Almacenamiento

El aceite obtenido se almacena en bodegas o almacenes hasta su comercialización.
Para conservar inalteradas las cualidades excepcionales del aceite de oliva virgen, se debe almacenar en depósitos de acero inoxidable o trujales vitrificados, en oscuridad y tranquilidad, a temperaturas suaves y constantes.
Lo ideal es que paredes y techos sean aislantes de las temperaturas y que no aporten olores extraños. La temperatura idónea está entre los 15 y 18ºC para permitir una maduración de los aceites sin favorecer la oxidación. Debe existir poca luminosidad.
El material de los depósitos debe ser inerte como azulejo vitrificado, acero inoxidable, poliéster-fibra de vidrio, etc.. En ningún caso el hierro o el cobre, ya que favorecen la oxidación.

Refino

Debido a condiciones climatológicas, al tipo de suelo y a fallos en el proceso indicado anteriormente, los aceites vírgenes presentan a veces defectos, como acidez extremada, color u olor extraños, etc. que les hacen no aptos para el consumo, como los denominados aceites lampantes, por lo que deben sufrir un proceso de refinación para eliminar defectos.
El proceso de refinado consta de:

Decoloración física

Mediante la acción absorbente de tierras decolorantes, que son un producto natural altamente purificado, y una filtración posterior, se retira el exceso de pigmentación

Desodorización

Los ácidos grasos libres que elevan la acidez del aceite y otros componentes que pueden darle mal sabor y olor, son el resultado de los procesos de alteración que ha sufrido la aceituna y/o el aceite. Mediante una destilación física con calentamiento al vacío, se consigue retirar estos compuestos, dejando el aceite neutralizado y corregido en su sabor
Existen 2 tipos de proceso:

Refinación clásica alcalin

Consta de 3 fases, cada una de las cuales tiende a eliminar un proceso determinado:
neutralización
decoloración
deodorización

Refinación física

Se diferencia del anterior en el uso de agua ácida en lugar de sosa para depurarlo y en una mayor temperatura.

Imágenes tomadas Finca Santa Marta
 Texto extraído de  http://www.bedri.es/Comer_y_beber/Aceite_de_oliva/Elaboracion_del_aceite_de_oliva.htm

miércoles, 1 de octubre de 2014

LA VENDIMIA




LA VENDIMIA

Cuando empezaban a pintar (madurar) las uvas, se nombraba un viñadero, que era el guarda que vigilaba las viñas hasta la vendimia. Se vedaba todo el viñedo y se prohibía la entrada incluso a los dueños. Si alguien entraba en una viña, se le ponía una multa que a finales de los 70 ascendía a 5 pesetas por racimo cogido. También se multaba a los perros con 100 pesetas si se metían en un viñedo.
Antes de la vendimia, se llevaban los cestos a recalar al río para que el mimbre no se rompiera por estar demasiado seco.

VIÑEDOS FINCA SANTA MARTA


Cuando la uva ya estaba madura y con el fin de fijar la fecha de comienzo de la vendimia, el alguacil, a toque de trompeta, daba el pregón por las calles para "ir a ver las viñas", diciendo más o menos lo que sigue: "Por orden del señor presidente de la Hermandad, se hace saber que mañana, al toque de campana, se irá a ver las viñas". Se escogía un día de fiesta para este fin, y no se podía entrar en los viñedos hasta que el toque de una de las campanas de la iglesia levantaba la veda. Iba toda la familia para probar las primeras uvas de la cosecha del año, y se llevaba una cesta para traer unos cuantos racimos a casa. Cada familia recorría sus viñedos y, tres horas después, volvía a sonar la campana para indicar que la entrada quedaba de nuevo prohibida hasta que comenzara la vendimia.
Se cortaban los racimos con cuchillos, navajas y garillos[1] y se iban colocando en cestas. Cuando la cesta estaba llena, se volcaba en un cunacho y, cuando también éste estaba completo, los hombres lo llevaba hasta el carro y lo desocupaban en los cestos que después se transportaban a los lagares.
La vendimia solía durar tres días y, acabado este plazo, se "tocaba a rebusco". Una vez se había tocado la campana, y durante las horas que duraba el rebusco, cualquier persona podía entrar en los viñedos, tanto si eran de su propiedad como si no lo eran. El rebusco tenía como misión recoger los racimos que hubieran quedado escondidos entre las hojas o en las cepas olvidadas. Se consideraba el viñedo como si fuera de propiedad comunal. Finalizado el rebusco, los pastores podían meter los rebaños en las viñas para que se comieran las hojas de las cepas.
La uva era transportada hasta el lagar para su prensado. Todos los cestos eran pesados para poder establecer después una relación entre las arrobas de uva y las cántaras de vino obtenidas, y hacer el reparto correspondiente. Se solía entregar una cántara (16 litros) de vino por cada dos arrobas (23 kilos) de uva.
Durante los días que se prensaba la uva, los chicos iban a los lagares al salir de la escuela. Llevaban grandes trozos de pan para que los hombres se los mojaran en el mosto.

Los lagares se regían por el sistema de aparcería. Construían el lagar entre varios vecinos y cada uno de ellos adquiría la propiedad en parte proporcional al capital desembolsado. Esta propiedad se establecía en cestos, de manera que un aparcero tenía en aquel lagar tantos o cuantos cestos.








ANTIGUA BODEGA CONVERTIDA EN SALÓN CON LAGAR A LA IZQUIERDA (FINCA SANTA MARTA)

                                                  
Un cesto pesaba entre 5 y 7 arrobas (de 60 a 80 kilos) y una carga equivalía a 8 arrobas de uva, o a 4 cántaras de vino. Sólo se podía descargar en el lagar un número de cestos proporcional a la propiedad que tenía cada socio. Cuando la uva recogida por uno de los socios excedía el número de cestos que le correspondían, algún otro socio ─que no hubiera cogido tanta─ le cedía aquellos que le sobraban. Se cedían como colaboración natural entre vecinos, y no se cobraba nada.
En cada lagar había un arromanador, que era el encargado de pesar toda la uva y de llevar las anotaciones correspondientes. Recibía un salario que pagaban entre todos los socios, a razón de las cántaras de vino que obtenía cada uno. Terminada la tarea, hacía un memorial de las arrobas que cada socio había entregado y se lo pasaba al amo mayor, es decir, al socio que más uva recolectaba y que dirigía y ordenaba los trabajos del lagar. De acuerdo con las notas de este memorial, se determinaba el número de obreros necesarios para pisar la uva y se establecía el reparto del vino obtenido. Este amo mayor era quien indicaba a cada socio los obreros que debía aportar.
Generalmente se necesitaba en todo momento:
1 hombre para sacar el vino de la pila,
1 hombre para cantarear[2], es decir, para medir el vino por cántaras,
4 o 5 hombres para repartirlo por las bodegas con las pellejas[3],
1 hombre encargado de avisar para que se colocaran luces (generalmente candiles y tablas) en aquellas bodegas en las que se iba a depositar vino, y
1 hombre que indicaba, según el memorial, el vino que se había de entregar a cada uno de los socios.
El vino se repartía en cuatro reos (turnos) de cántara con el fin de que todos los socios recibieran parte de lo que salía al principio, que es lo más claro, y de lo que se obtiene al final, que es más tinto.

Estos vinos se mezclaban dentro de la bodega. Los tres primeros se solían juntar en la misma cuba, y el último se envasaba aparte.

Los repartidores de vino llevaban cencerros atados al cuerpo, medio por el que indicaban a los que estaban fuera de la bodega si se encontraban en perfecto estado o si, por el contrario, había tufo y estaban mareados. Y, cuando volvían al lagar con las pellejas vacías, lavaban la cara con vino a todas las mozas que encontraban por el camino.
Mientras se estaba pisando la uva, se procedía también a lavar las cubas. Las mujeres calentaban agua a la que añadían hojas de nogal y los hombres se metían dentro y raspaban la madera del interior con una escoba de las que se denominaban garranchudas (fuertes y duras). Las mujeres también se ocupaban de recoger el agua sucia que les alargaban los hombres en cubos por la boca de la cuba.
Los llamados envases recibían diferentes nombres:
-cubas: con capacidad entre 40 y 120 cántaras (eran los envases más grandes)
-pipas: de 30 a 40 cántaras de capacidad,
-cubetes: de entre 5 y 30 cántaras de capacidad,
-cubetas: hasta 4 o 5 cántaras de capacidad.

sábado, 9 de agosto de 2014

Authentic Extremadura Herrenhaus, Gärten, , 8 min von Trujillo

Finca Santa Marta ist eine alte Presse (Wein und Öl), 8 min einfachen Zugang zu Guadalupe Trujillo, Ruhe in einer wunderschönen Umgebung, Gärten, Pool und Blick auf benachbarten Hügeln anzugehen. Ideal für Entspannung und Familienfeiern / Freunde zwischen März und November, in der Umwelt von 28 Hektar. Olivenhaine, Mandelbäume, Weinberge.
Siehe www. fincasantamarta. ist
Being liegt 45 Minuten von Merida, Caceres, Monfrague Park, Guadalupe und Sümpfe, Verleiht dem Villa (28 hect.) Selbst als Zufluchtsort für die Besucher mit dem Wunsch, den Reichtum der Natur zu fühlen und zu mittelalterlichen und römischen Städte genießen (Merida). Besonders zwischen Waldspaziergänge, geschützt Trails und Steinmauern 'durch Feld' in einer Atmosphäre der Ruhe geschätzt. Beliebte Ziele: große Bereiche der Wiese, Park Monfrague, Geopark von 'Villuercas', Guadalupe), Vogelbeobachtung In Positionen, typische Dörfer, und einen Kilometer von dem Dorf San Clemente mit seinen malerischen Kirche.



sábado, 7 de junio de 2014

RURAL ACCOMMODATION, COUNTRY HOUSE IN TRUJILLO, EXTREMADURA



Story of the "Lagar" in Finca Santa Marta

The word is used only in few regions of Spain.In Extremadure it evokes the existence of a wine- producing farm;in Asturias it is used by the cider-making farmers. 

Finca Santa Marta belonged as from mid 19 th century to middle class entrepreneurs of the Trujillo bourgeoisie,in absence of the nobles who ruled the country life in previous centuries.Their business was probably related to textile,as the processing of merino wool was in full swing. The slopes of the nearby hills being sufficiently fertile to cultivate vines between the usual olive trees,some of the more dynamic minded gentry amplified theur secondary residences with wine cellars and olive -oil pressing units thereby providing locals with year round work opportunities. The small Pago San Clemente hamlet,gradually grew into a residencial area.With its chillier weather at the foot of the first hills of Guadalupe,it still retains in the eyes of the neighbouring villages a slight aura of disctinction.
The mansion owners occupied only the first floor of these residences,as they usually only came for the week ends.The foreman and his family settled on the groundfloor,near the wine cellars with huge casks.Sunday servces were held at the family chapel;its tower supports a huge stork nest where presumably the same bird- couple ret witg granite urns in February.Through the orange tree shaded patio,donkeys returned to their "cuadra"(cobble stoned stables with the original granite  mangeoires).But the last "capataz" of Santa Marta who had inherited his function from his forfathers,told us his prestige was mainly based on managing the production of olive oil.The process from the grinding of olives by a donkey, girating granite cones to a still existing pressing machine took place until 1965,in a huge barn,called "prensa" or"almazara".
 
The barn is since the present owners took possession in 1990,now converted to a dining room.Set between two lovely patios with orange trees, guests can still inhale special historical flavor of an authentic Extremadura farmhouse.

In front of Santa Marta,a similar wine-producing farmhouse belonged to another member of the Trujillo gentry.Its foreman used to scribble on the wall of the his cellar (bodega) short vertical lines in groups of five,indicating the arrobas"(11 liters) he produced each year.They were left untouched during the renovation of this house too,as well as the impressive granite reservoir where grapes were trampled by the family.That area is now the present living room of the country inn.

domingo, 23 de febrero de 2014

 DER MANDELBAUM  (FINCA SANTA MARTA)

Der Mandelbaum (Prunus dulcis) ist eine Pflanzenart aus der Gattung Prunus in der Familie der Rosengewächse (Rosaceae). Seine Steinfrucht bzw. das essbare Nährfleisch des Pflanzenkeimlings (Endosperm), die Mandel, wird in vielfältiger Weise vom Menschen vor allem als Nahrungsmittel und Kosmetikum genutzt.
Prunus dulcis wächst als sommergrüner Baum oder Strauch und erreicht Wuchshöhen von (2 bis) 3 bis 6 (bis 8) Meter. Die Rinde junger Zweige ist kahl, die der Vorjahreszweige ist bräunlich, später gräulich-braun bis gräulich-schwarz. Die Äste sind aufrecht oder horizontal ausgebreitet mit vielen kurzen Zweigen. Die bräunlichen, eiförmigen Winterknospen sind 3 bis 5 Millimeter lang und unbehaart.

Ober- und Unterseite der Laubblätter
Es gibt zwei Möglichkeiten der Anordnung der Laubblätter: an den vorjährigen Zweigen sind sie meist wechselständig, an den Kurztrieben sind sie einander genähert und oft in Büscheln konzentriert. Alle Laubblätter sind in Blattstiel und Blattspreite gegliedert. Der meist 1 bis 2, selten bis zu 3 Zentimeter lange, unbehaarte Blattstiel besitzt an seinem oberen Ende zwei bis vier gerundete Nektardrüsen. Die Blattspreite ist einfach, 3 bis 6, selten bis 9 Zentimeter lang und 1 bis 2,5 Zentimeter breit, lanzettlich bis elliptisch-lanzettlich und am oberen Ende spitz bis kurz zugespitzt. Die Basis der Blattspreite ist keilförmig bis gerundet. Der Blattrand ist kurz und dicht gesägt. Die Blattoberfläche hat anfangs eine leichte, weiche Behaarung, später verkahlt sie.

 http://de.wikipedia.org/wiki/Mandelbaum